El secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, se declaró convencido hace un par de semanas de que Israel lanzará un ataque a Irán “en abril, mayo o junio”. Antes de que Irán entre “en zona de impunidad”. Responsables de inteligencia israelíes temen que, a partir del verano, Irán tendrá la cantidad suficiente de uranio enriquecido para comenzar a fabricar una bomba nuclear. Y, lo que les parece más alarmante, que para entonces lo tendrá protegido en instalaciones subterráneas casi invulnerables a un ataque aéreo, como la de Qoms, alojada bajo 75 metros de granito. Israel no tiene capacidad militar para destruir ese tipo de instalaciones y ni siquiera está claro que lo tenga Estados Unidos.
Estas declaraciones desataron de inmediato la alarma de que el mundo puede hacer frente a una nueva guerra antes del verano. La reciente visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Washington ha puesto de manifiesto las discrepancias entre ambos. Obama insiste en que, todavía hay una oportunidad para la diplomacia. Y el acuerdo dado por las grandes potencias para reanudar las negociaciones nucleares con Teherán subraya la renuencia de la Casa Blanca a apoyar a Israel en un eventual ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes.
Ahora bien, Netanyahu ha afirmado claramente que se siente libre de emprender cualquier acción que considere “necesaria para su supervivencia” sin contar con la aprobación de Washington. En uno de sus discursos más punzantes, el primer ministro israelí leyó una carta de 1944 en la que el Departamento de Guerra de Estados Unidos comunica al Congreso Mundial Judío su negativa a bombardear el campo de concentración de Auschwitz. “El Gobierno norteamericano hoy es diferente, ¿verdad?”. Tras esa alusión al Holocausto y su convicción sin fisuras de que Irán está buscando la bomba nuclear, las amenazas de Netanyahu han sido tomadas muy en serio.
Dado el firme compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel desde hace sesenta años, la pregunta es:¿Qué actitud adoptará Washington si Israel bombardea instalaciones iraníes y Teherán replica con un duro contraataque? La Administración Obama da a entender que, aun en el caso de un ataque preventivo israelí, no quiere verse envuelta en una guerra con Irán. Pero si Teherán respondiera con el cierre del estrecho de Ormuz, a Estados Unidos -y tal vez a sus aliados- no les quedaría más remedio que involucrarse. Ya un ataque puntual sobre Irán haría subir fuertemente el precio del petróleo. Pero el cierre de Ormuz sería un desastre que, en plena crisis económica, la Casa Blanca no puede consentir.
Así que volvemos a la casilla del principio: ¿sería posible un ataque israelí antes del verano que arrastre a la guerra a Estados Unidos y termine involucrando a todos sus aliados? Es la pregunta que se hacen hoy todos los analistas en Estados Unidos. Y la respuesta que se dan a sí mismos es que, a juzgar por la reacción de la Casa Blanca, es que ni el propio Netanyahu lo sabe. Ha querido ser contundente en que no va de farol en sus amenazas. Pero creen que en Israel aún no hay consenso sobre el momento exacto en el que se considera que un ataque militar es la única opción viable. Y que, en todo caso, cuando Netanyahu tomé una decisión, tampoco se la comunicará a Washington.
Fuente: Alberto Sotillo – ABC.es
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